Metamorphosis : ORUGA

...en St.Ma. Ahuacatitlán, a 5 de Mayo 2014
Se denomina oruga a la larva de los insectos del orden Lepidoptera -incluye las mariposas diurnas y nocturnas-. Las orugas son típicamente blandas y cilíndricas, a menudo poseen vistosos colores que advierten de su toxicidad o desagradable sabor.

Desde arriar velas al fondear en Ésta Ribera para bajar como huevo y nacer, la realidad invade mi autonomía a cambios inusitados y gracias por su tan intempestiva presencia. Abarcando desde aquella bruma inicial, eventos tan disímiles e ignorados como gobernados al azar van tejiendo una malla sólida e irreversible -irónicamente llamada Pasado- para impulsar éste fugaz y veloz Presente (regalo diario, gústeme o nó) acortando tiempo Futuro para subir a tender velas y volver a zarpar.

Mi regalo diario en aquella bruma inicial, era un par de tetas pertenecientes a mi ombligo: alimentaban y protegían mi salud, mientras me acurrucaba y limpiaba las más impías evacuaciones.

Por azar sobrevivimos perder la guerra más imbécil y letal, por azar sobrevivimos la inevitable escalada de venganzas: para los victoriosos ganadores, éramos vil carne de paredón y por azar sobrevivimos al destierro, aprendiendo modos de vida alternos en otros países y otros continentes. Logramos un olvido que llamamos paz en tierras antes ignotas, formamos nuestra familia y otra vez, somos vil carne de cañón: los poderosos son genocidas que NO PUEDEN (¡ni quieren!) evolucionar, seres carentes de ombligo.

Desde aquella bruma inicial, mis manos descubrían mascotas, bosques y mecanismos, aprendiendo lenguajes no humanos que serían cruciales para sacar adelante futuras incógnitas. Añadamos mi pasado tan nómada por evadir procesos judiciales (legales e injustos: la legalidad incluía fusilarnos ‘por Dios y por la Patria’ al instante): así me hice mecánico y de utilidad para el entorno donde vivo, como en aquel Bosque.

Ingresé al Grupo Cine Labor de Tlayacapan filmando las animaciones y los créditos, amén de dar mantenimiento al equipo. Vicky trabajaba con una Agencia de Publicidad en la capital, viviendo con los niños en casa de mamita suegra, para que los cuidara. Los fines de semana nos reuníamos allá en Tlayacapan, entre crepas y toda la banda de familias desterradas; los argentinos con sus peligrosos bifes al carbón con Coca Cola (aunque no lo crean, riquísimos), los chilenos con sus vinos y uvas, los bolivianos con sus Cuecas, los brasileiros con su carnaval y así todo el cono sur americano. En dos años, volvimos a instalar un hogar familiar en Santa Mónica, otro suburbio inaccesible de la capital. Las cosas pintaban viento en popa con todos reunidos, acabando así diez años de azarosa nomadez y consecuentes tormentas económicas. Nuestros fines de semana los repartíamos entre Tlayacápan, Tepoztlán y la Mar, cuando había puente.

Line (mi ombligo de aquella bruma inicial) vivía en Tepoztlán, pasando la Cruz de Atongo por la izquierda. Durante un chubasco tepozteco, vió una pareja con niños tratando de guarecerse bajo los bambúes que bordeaban su reja. Salió con paraguas para ofrecerles hospitalidad en seco y quedaron como grandes amigos. Eran Judith y Pepe Chucho, con hijos en edad de los míos y dueños d'el Bistró del Convento. Empezamos a frecuentarlo por su excelente comida y ahí fuí encontrando al Filipino y al resto de la banda. Leonel Maciel y Roberto Berdecio ya llevábamos buena amistad desde aquellos mis antigüos tiempos de pintor. Algunos teníamos hijos chicos y volábamos avioncitos de motor con ellos: ahora dicen "ellos", que NOSOTROS volábamos los avioncitos, mientras "ellos" nomás miraban ... cosas del enfoque, como en la fotografía.

Por la tarde cuando los chicos se agotaban, los grandes organizábamos Dominós maratónicos. Conocí a Paco en casa del Filipino, cuando necesitó pareja al Dominó y de milagro no le infartaron mis torpezas numéricas. A medida que maduraba nuestra amistad, ganábamos porque Paco era el amo del Dominó y perdíamos gracias a mi pésima aritmética: sin infartarse pero casi le daba el telele. A veces veía su mural en aquel Casino de la Selva, cerrado ya la mayoría del tiempo: lo utilizaban para filmaciones jolivudenses con estudios Churubusco, por medio de cinematografía del Estado: uno de mis contactos técnicos. Varias comidas en soledad bajo sus bóvedas, por aquellos días previos a la destrucción del Casino.

Siento oprimiendo mi pecho que su autor, mi ex-compañero de aquellos Dominós, haya zarpado anoche para pintar la Otra Ribera, de un mar (¿inconcluso? Podré decir muchas cosas de Paco, pero inconcluso NUNCA) que nos dejó pintado en Ésta Ribera.

Paco Icaza frente a la Farándula

HASTA SiEMPRE, CAMARADA.
Jean Loup - Sta. Ma. Ahuacatitlán, 5 de Mayo 2014.

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