fondeando la Costa Esmeralda - I


¿LiBERTAD? ...ché vieja...
  • ...una verdadera ijaepú (rubia en castellano)
  • del clan Teiboleras al Talón descalzas (besitos, amigas)
  • y fichaba en el Palenque Bar de la costa Chica...

...del Pinche Lunes al San Viernes
 Cuando Cleofas me invitó al Palenque, hubiera sido imperdonable rajarse. Mi simpático y nuevo amigo no era cualquier cacique por votación ni a huevo por la fuerza. Caciqueaba porque Usos y Costumbres le otorgaron tal puesto, porque tenía madera y porque l'encantaba darse tal gusto. Generoso por naturaleza, se hubiera ofendido si pagara anque sea la propina. De pocas palabras y muchas nueces, era mi confidente e iniciador a la etiqueta local: captó instantáneamente la mutua simpatía al conocernos y mis carencias sociales le valían madre. Pero sin orientación adecuada le sería de ninguna utilidad. Por otro lado, nada fácil encontrar un fuereño valemadres en ésta olvidada costa: la mayoría tan corren al primer disparo que vuelan sin cobrar, valemadres de pacotilla con absoluta faltancia de curiosidad. Espero no reencarnar en gato, porque de curiosidad debo alguna que otra.

Cleofas confidenciaba en un tono afablemente insinuado -usando parábolas muy semejantes a los pasajes bíblicos más violentos, vengativos y catastróficos- la pura poesía y encanto de costa Chica en todo su letal esplendor, cruzando aquel Palenque con sombrero de palma a la cabeza y la fusca al cinto. Sin confidencias ninguna sinceridad nace, me fascinaba igual que la cuatronarices a su presa; pero la confidencia del otro termina donde uno interrumpe preguntando. Darle tiempo al tiempo, ingiriendo cerveza tras cerveza y un mezcal desempance después, rayaba en la primordialidad. Si acaso pensara rajarme ya era demasiado tarde, ni podía andar con tanto aguardiente de maguey: cuando las piernas ni responden no queda mas qu'escuchar y despejar certeramente cualquier duda aparente.

 Satisfecho al fin, Cleofas se levantó hacia la caja para hablar con el encargado del Palenque. Me enviaron una botana con tasajo desde aquél universo parabólico y sangriento, asentándome de vuelta bajo la palapa cabaretera. Ahí sentada adornando la barra, una mesera cenaba su descanso en turno, con porte y gallardía más que figura de pelo rubio, nada comunes por ésta marginada costa. Mirando mis ojos se levantó con dos cervezas y una sonrisa: - ¿Necesitas compañía, güero?

- Lo que necesito es papel y lápiz para garabatear. Y gracias por la cerveza ¡Salú!

- En la barra tenemos papeles. - Trajo cuatro cuentas canceladas que al reverso eran blancas y un lápiz de colegial, expresando - Soy la Libertad. Y a tí ¿cómo te nombran, güero?

- Pintor - respondí mientras pensaba en 'la Libertad... ¿de averiguar si es rubia natural?' con cara obvia y la Libertad divertida hasta las pupilas.

 Bosquejaba en los cuatro papeles, descifrando aquellas pupilas con sonrisa mientras seguían aportando cervezas y algún que otro mezcal. Una hora después salió Cleofas masticando el verbo 'Vámonos, tu pinche vieja me sacó de onda'  y ni modo: averiguaré la blondez de la Libertad en otra ocasión menos estropiciada.

- Mientras dibujabas, vaciaba las cervezas que mandaba en ésa maceta con palmas, ahí juntito.

 La Libertad se puso tan azul pasando al blanco hasta volverse roja (egalité, fraternité, liberté) qu'estuve a punto de soltar el verbo 'Alons Anfans De La Patrí' a mandíbula batiente. Apenititas a tiempo recordé el cuento ése del príncipe Maximiliano, cuando Juárez el indio de Oaxaca lo ajusiló. Saliendo a la calle tras nosotros, el encargado habló con Cleofas y más urgidos que preocupados vinieron hacia mí, aquel encargado manifestando:

- la Libertad quiere disculparse con usted, Pintor.

- Ahí tu sabrás - respaldó Cleofas. Llegando frente a la Libertad, mi dedo le tapó ambos labios intuyendo su verbo 'Ni tenía la más puta idea de con quién jugaba', justo cuando ninguna orejita mía andaba de humor pa escuchar nada: siempre levantando pasiones... ¡ché vieja!

- Me vale madre todo lo que digas, sólo vengo a pasar un buen rato contigo, nada más. Cual 'dama de compañía' cono dicen los fifís... ¡ni que fuera tan mala penitencia, Libertad! - en verbo 'Ni te'spantes no queremos hacerte nada Querreke', bien consciente qu'el más bajo ijoepú (rubio, en castellano) era yo, esclavizando así a la Libertad el día que nos topamos, no más por averiguar su blonda naturaleza. Regresamos al Palenque a manos llenas de dedos entrelazados.

 Me abrazó con sabor a miel y cuando la Libertad te invade, no queda más que gozarla y sin amilanarse pecadoramente. Al unirse la Libertad con mi valemadrismo, obtuvimos resultados tan sorprendentes que labramos la eternidad con memorias aladas; nada de cielos nublados por nuestras playas, lo de menos su natural blondez. Ni herizos ni puercoespines se entregan al amor poniendo mayor atención y cuidado.
...ché vieja...



Nexos @nexos:

No hay comentarios.: